Pensamientos I

De nuevo suena el infernal despertador. Como siempre ametralla mis oídos a las siete de la mañana. Me resigno a levantar mi cansado cuerpo hasta la ducha, y poder así terminar de despertarme para, otra vez, tener que empezar un nuevo y tedioso día.

Espero a que el agua aumente mi temperatura y entonces me enjabono la cabeza. Mientras espero a que el champú haga efecto, dejo que el agua caiga sobre mi cara y trato de olvidar todas mis preocupaciones, aunque sepa que eso es imposible.

Me decido a preparar la mochila, cojo los ajados libros de la mesa y los meto según el orden que el horario marca. Uno a uno con su respectivo cuaderno y junto al ya deteriorado estuche.
Salgo a la calle y noto que un frió invernal cala hasta mi último hueso mientras que lentamente me dirijo a la parada de autobús. No me tomo demasiada prisa pues sé que tengo tiempo de sobra antes de que empiecen las clases.

Después de una larga y gélida espera, al autobús llega y espero que todo el mundo el mundo suba para así poder pasar sin tener que soportar los empujones de los chavales que quieren coger los mejores sitios. Casi de forma instintiva me dirijo a la fila final de la parte delantera del auto. Me siento y miro a la gente pasar, los arboles, las casas, los coches aparcados y cavilo recordando lo insignificante que soy, ya no solo a nivel universal, sino a nivel personal.

No es que acostumbre a tener este tipo de pensamientos, pero siento que últimamente no tengo la fuerza suficiente para seguir adelante. Con todo lo que ha pasado últimamente: el divorcio de mis padres, los deficientes resultados académicos, la insoportable necesidad de notoriedad, la incesante sensación de una falta increíble de nivel intelectual. Toda la vida me han considerado más inteligente que mucha gente, pero cada vez con más intensidad creo que toda esa gente se equivocaba, que para nada cumplo las expectativas de todas esas personas que depositaron esa confianza en mí, que no valgo tanto…

Y también es cierto que todo esto se lo podría contar a gente que encantada escucharía mis preocupaciones, me emprendería y me podría aconsejar, pero no los quiero molestar con mis problemas, también ellos lo deben estar pasando suficientemente mal como para tener que soportar los lamentos del nuevo integrante del grupo de amigos. Porque ¿a quién debo recurrir si cuando piensas que importas que formas parte de algo grande te abandonan?, ¿cuando ves que todos se mueven y tu estas bloqueado?, como si te hubieras caído en un pozo de alquitrán, te vas hundiendo un poco más cada día y nadie se da cuenta. ¿Y cuando a la persona en la que mas confías, la que mas quieres, es el principal y más doloroso de tus problemas?